Pasarón por delante de los bajos de la estación de autobuses.
El sonido de la batería atrajo el interés de Busi.
La guitarra y la marcha que emanaba de aquel local, hizo de imán para que ambos, curiosos, abriesen una puerta, que les llevaría a pasar la tarde más molona que nadie se pueda imaginar.
Gracias Bea, Manolo, Coco, Chema, Vera y Raquel por volver a acoger a Busi, y por disfrutar de la inquietud y curiosidad de Tuco.
Pero sobre todo, por abrirnos las puertas a ese momento en que vosotros os transformáis en música, en ritmo, en una historia cantada.
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